¿Alguna vez has hecho un bote con un grupo de amigos? La idea es simple: cada persona contribuye su dinero a un fondo común (el “bote”) para pagar en grupo. Si todos van a consumir más o menos lo mismo, ¿qué sentido tiene pagar por separado?
Hacer un bote no solo te ahorra líos a la hora de dividir la cuenta, sino que también te ofrece más variedad. Imagina que vais a un bar de tapas donde cada plato está diseñado para compartir. Ir en grupo te permite pedir una tapa por persona (todas ellas distintas) y probar un poco de todo.
Si quisieras ir por tu cuenta, gastando lo mismo, tendrías que conformarte con probar una sola tapa. En este caso, pagar en grupo, o “hacer un bote”, te ofrece variedad. En la inversión, a esto le llamamos diversificación.
Este es un problema similar al que afrontan los pequeños inversores. Si el precio de una sola acción está alrededor de los 200 euros, ¿qué pasa si solo tienes 1.000€ para invertir? Pues que solamente puedes comprar cinco acciones distintas. Esta falta de diversificación es un riesgo que puedes evitar.
Las instituciones de inversión colectiva tienen un propósito similar al del bote, pero en lugar de pagar la cuenta, sirven para agrupar e invertir el dinero de los inversores de forma conjunta. Para simplificar, les llamaremos ‘fondos’.
Los fondos están gestionados por expertos, que cuentan con la ayuda de analistas. Como si dejaras que tu amigo el chef se hiciera cargo de elegir las mejores tapas.

No te quiero aburrir con normativas. Simplemente necesitas saber que unos fondos son más estrictos, mientras que otros dan rienda suelta al gestor, permitiendo la inversión en activos con mayor riesgo. Esto permite diferenciar a los fondos por su nivel de complejidad. Como las pistas de las estaciones de esquí.
Un fondo bien diversificado, que solo pueda invertir en activos cotizados (fáciles de comprar y vender) sería como una ‘pista verde’; mientras que un fondo que invierta en empresas privadas de reciente creación (startups) sería una ‘pista negra’.

Una característica importante que define a los fondos de inversión es si son abiertos o cerrados.
Imagina un barco pesquero que regresa al puerto todos los días. Al final de la jornada, los tripulantes tienen dos opciones: quedarse en el barco, o abandonar la tripulación. El barco siempre tiene plazas disponibles, y cada persona es libre de entrar o salir cuando quiera. La obligación de regresar al puerto a diario significa que el capitán no puede adentrarse en aguas profundas. Este barco actúa como un fondo abierto, donde los inversores pueden comprar o vender cuando lo deseen.
Mientras tanto, hay otra embarcación con un espíritu más aventurero. Pero si decides unirte a su tripulación, pasarás un tiempo en alta mar. Al no tener la obligación de regresar al puerto cada noche, el capitán puede navegar por aguas más remotas, abordando tanto los riesgos como las oportunidades que eso implica. Este barco sería el equivalente a un fondo cerrado.
Los fondos abiertos te permiten acceder tu capital con relativa facilidad, mientras que los fondos cerrados requieren un compromiso a más largo plazo.

En España, los principales tipos de fondos abiertos son:
Fondos de Inversión: Como un bote donde mucha gente pone su dinero para invertir juntos. El fondo no tiene personalidad jurídica propia (no es una “persona” ante la ley) y necesita una sociedad gestora que actúe a su nombre. La mayoría de fondos invierten en activos financieros cotizados (como Telefónica o Apple), lo cual permite a los gestores comprar y vender con facilidad.
SICAV (Sociedad de Inversión de Capital Variable): Similar al fondo de inversión, pero con personalidad jurídica. Esto significa que la SICAV puede hacer cosas “por sí misma”, como comprar activos, firmar contratos, o ir a juicio. A los inversores de una SICAV se les considera accionistas. Las SICAV cuentan con un Consejo de Administración (como cualquier empresa) y suelen ser más flexibles en cuanto a la gestión. Aunque el Consejo tiene la capacidad de gestionar las inversiones de la SICAV, esta función suele delegarse a una sociedad gestora. Otra de las diferencias principales entre un fondo de inversión y una SICAV son los impuestos.
Fondos de inversión libre (o ‘hedge funds’): Estos permiten al gestor usar estrategias de inversión más sofisticadas y asumir un riesgo más alto con el objetivo de maximizar beneficios. El gestor tiene mayor flexibilidad para elegir activos, además de poder usar una estrategia más “concentrada”. Es decir, mientras que un fondo de inversión tradicional requiere una mayor diversificación, un fondo de inversión libre puede invertir en unos pocos activos que, según el gestor, tengan alto potencial. Como dijo una vez Warren Buffett: “Pon todos tus huevos en la misma cesta y vigila esa cesta”. Por supuesto, la diversificación es esencial para reducir el riesgo, pero esa frase refleja la filosofía empleada por algunos fondos de inversión libre.
Fondos de fondos: Como su nombre dice, estos fondos invierten su capital en otros fondos.
Fondos subordinados: Estos reunen el capital de los inversores y lo canalizan hacia un fondo maestro, actuando como intermediario. La separación entre el fondo subordinado y el fondo maestro puede tener ventajas fiscales, lo que significa pagar menos impuestos. Además, los fondos subordinados también te permiten acceder fondos con requisitos mínimos de inversión elevados. Imagina un fondo que solo acepta inversiones a partir de un millón de euros (este sería el fondo maestro). Quizá no tengas tanto capital, pero sí que puedes invertir 2.000 euros en un fondo subordinado junto a otros miles de inversores. Como el fondo subordinado acumula el dinero de mucha gente, su capital es más de un millón de euros y, por lo tanto, sí que puede invertir en el fondo maestro.
Fondos inmobiliarios: Como invertir en ladrillo, pero en este caso, lo haces junto a otros inversores y cuentas con un gestor profesional. Además de no tener que preocuparte por hacer reparaciones o tratar con inquilinos, los fondos inmobiliarios te permiten diversificar. Por ejemplo, en lugar de comprar una segunda vivienda, puedes invertir en un fondo que tiene más de cien inmuebles. Los fondos inmobiliarios pueden ser abiertos o cerrados. También hay fondos inmobiliarios que cotizan en bolsa, lo que te permite comprar y vender sus acciones con facilidad. Estos se conocen en España como Sociedades Anónimas Cotizadas de Inversión Inmobiliaria (o SOCIMI), o Real Estate Investment Trust (REIT) en el extranjero. Básicamente, se trata de empresas cuya actividad es invertir en inmuebles.
Como te he contado antes, los fondos cerrados exigen un compromiso a más largo plazo, ya que el gestor suele invertir en empresas más jóvenes, o proyectos que necesitan más tiempo para dar frutos. Invertir en estos fondos conlleva mayores riesgos y requiere el asesoramiento de un profesional.
¿Cómo sabes si el gestor de un fondo está haciendo un buen trabajo? En el próximo artículo te cuento qué es un índice, así como la diferencia entre un fondo activo y uno pasivo.





