El propósito principal del sistema financiero es transferir dinero desde quienes pueden prescindir de él hacia aquellos que lo necesitan de inmediato, a cambio de un precio (o rentabilidad).

Esta transferencia se hace de forma indirecta, a través de intermediarios como los bancos, o de manera directa, mediante el mercado de capitales.

Los bancos juegan un papel esencial. Cuando el dinero entra en tu cuenta, el banco retiene una pequeña parte como ‘reserva’ y usa el resto para conceder préstamos a otros clientes. Esto significa que tus ahorros se convierten en la deuda de otra persona o empresa. Los bancos pagan un interés por tus ahorros y cobran un interés superior por los préstamos que otorgan — así es como los bancos ganan dinero. Es importante entender que los bancos conceden créditos ‘por cuenta propia‘, siendo ellos los que asumen el riesgo cuando la gente no paga sus deudas.
En el mercado de capitales también existen intermediarios como asesores financieros y corredores de bolsa, pero estos actúan ‘por cuenta ajena‘, lo que significa que eres tú quien asume el riesgo. Estos intermediarios simplemente asesoran, gestionan o facilitan la inversión a tu nombre. El mercado de capitales proporciona financiación a las empresas y te permite adquirir acciones, bonos y otros activos valiosos, con la expectativa de obtener un beneficio económico futuro. Para invertir en estos activos, existen dos tipos de mercado: mercado cotizado y mercado privado.
Imagina que vives en un pueblo con muchos huertos y un supermercado bien surtido. Si necesitas comprar alimentos, tienes dos opciones: comprar en el supermercado, donde cada producto está claramente etiquetado y garantizado por controles de calidad, o comprar directamente de los huertos de tus vecinos, donde deberás negociar precios y cantidades con cada uno de ellos, además de comprobar la calidad de los productos por ti mismo.
Piensa en el mercado cotizado como un supermercado, mientras que el mercado privado es como hacer la compra en el huerto de un vecino. No es un ejemplo perfecto, pero espero que te ayude a entender la diferencia.
El mercado cotizado, también conocido como “la bolsa”, es el lugar donde los inversores pueden comprar y vender activos financieros de forma rápida y fácil. Esto se logra mediante la división del patrimonio y la deuda de las empresas en partes pequeñas e iguales. El patrimonio se divide en ‘acciones’, mientras que la deuda se divide en ‘bonos’. El flujo constante de inversores que quieren comprar e inversores que quieren vender, hace que el precio de los activos suba y baje, reflejando el ‘precio de mercado’ en cada instante. El mercado cotizado ofrece ventajas como mayor acceso (cualquier inversor puede participar) y liquidez (facilidad para vender tus activos), además de proporcionar a las empresas un “escaparate” para recaudar fondos cuando lo necesiten. A cambio, las empresas se comprometen a ser transparentes y a actuar bajo la lupa de la ley.
El mercado privado es menos transparente, y la compra-venta de activos es más enrevesada, lo cual exige una mayor experiencia por parte del inversor.
Para invertir en un activo privado, el comprador debe encontrar a alguien dispuesto a vender, y ambas partes deben ponerse de acuerdo en el precio y la cantidad. Mientras que los activos cotizados tienen un precio de mercado visible y actualizado de forma constante, el precio de los activos en el mercado privado solo se puede saber en el momento de la transacción.
Esto puede dar la falsa impresión de que invertir en ladrillo es “más seguro”, ya que no existe una pantalla que muestre el precio de tus propiedades minuto a minuto. Como dice el refrán: “ojos que no ven, corazón que no siente”.

En resumen:
El sistema financiero sirve como un puente entre el capital de los inversores y los activos. Conocer el camino es importante, pero eso no significa que quieras (o sepas) conducir.
Invertir por tu cuenta conlleva riesgos, y requiere mucha experiencia y tiempo. Por suerte, tienes otras opciones. Es hora de hablar de los fondos de inversión.





